1. INTRODUCCIÓN.
El olivo es un árbol típico de clima mediterráneo, bastante tolerante a la
sequía, por lo que tradicionalmente se ha cultivado en condiciones de secano ya
que dispone de una serie de mecanismos morfológicos para dicho fin:
- El olivo posee un sistema
radicular extenso que en terrenos muy arenosos puede alcanzar más de 100
metros de profundidad y un desarrollo horizontal de 2 o 3 veces el radio
de la copa.
- Sus hojas son coriáceas y
tienen pocos estomas situados en el envés, por lo que no expuestos a la
radiación directa del sol.
- Los estomas están dispuestos en
ligeras depresiones, donde se crea un microclima más húmedo, lo que
disminuye la transpiración.
El olivo es una especie que puede cultivarse en secano en aquellas zonas
donde la pluviometría media anual no sea menor de 400 o 500 mm. Cuando las
precipitaciones caídas son muy inferiores a esta cantidad, se producen una
serie de efectos en los procesos de crecimiento y producción del olivo, que se
recogen en la tabla siguiente:
Tabla 1. efectos del déficit hídrico en los procesos
de crecimiento
y producción del olivo (ORGAZ, F.
& FERERES, E. 1999)
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PROCESO
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PERÍODO
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EFECTO DEL DÉFICIT HÍDRICO
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Crecimiento vegetativo
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Todo el año
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Reducción del crecimiento y del número de flores al año siguiente
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Desarrollo de yemas florales
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Febrero-Abril
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Reducción del número de flores. Aborto ovárico
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Floración
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Mayo
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Reduce la fecundación
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Cuajado de frutos
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Mayo-Junio
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Aumenta la alternancia
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Crecimiento inicial del fruto
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Junio-Julio
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Disminuye el tamaño del fruto (menor número de células/fruto)
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Crecimiento posterior del fruto
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Agosto-Cosecha
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Disminuye el tamaño del fruto (menor tamaño de las células del fruto)
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Acumulación de aceite
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Julio-Noviembre
|
Disminuye el contenido en aceite del fruto
|
El periodo crítico en cuanto a necesidades de agua en el olivo se sitúa
entre la prefloración y la maduración, que coincide prácticamente con el
periodo de mayor escasez de lluvias.
Sin embargo, se ha comprobado como la producción del olivo aumenta considerablemente
cuando recibe aportaciones de agua complementarias a la lluvia, especialmente
en zonas y años de baja pluviometría.
Este hecho, unido a la sequía padecida en el primer quinquenio de los 90, ha
llevado a un incremento espectacular de la superficie de olivar de regadío. Por
otro lado, frente a otros cultivos alternativos, permite un máximo beneficio
marginal del agua, así como un máximo beneficio social, siendo un cultivo que
genera un gran empleo de mano de obra.
2. NECESIDADES HÍDRICAS DEL OLIVO.
Con la finalidad de poder hacer una primera aproximación sobre las
cantidades de agua de riego a aportar a diferentes tipos de olivar, es
importante explicar la metodología de cálculo de las necesidades, analizando los
parámetros de la plantación que pueden modificar de forma significativa las
cantidades de agua a aportar.
La programación del riego debe hacerse empleando la metodología propuesta por
la FAO aportando mediante el riego (R) la diferencia entre la evapotranspiración
máxima del cultivo (ETc) y la lluvia efectiva (Pe). El concepto
evapotranspiración engloba las cantidades de agua que se pierden por
evaporación desde el suelo, más que la que lo hace desde las hojas de la planta
(transpiración).
La dotación de riego (R) cuando se emplee una instalación de riego localizado
bien diseñada puede calcularse empleando la expresión, recomendándose regar en
los períodos en los que ETc sea mayor que Pe:
R = ETc - Pe
En los meses en que ETc - Pe < 0 el agua se acumula como reserva; en los
meses en que ETc - Pe > 0 se produce consumo que es necesario suplir bien
mediante agua del perfil o bien mediante el riego con la cantidad resultante.
La estimación de ETc para plantaciones adultas de olivar con volumen de copa y
cobertura del suelo estable podría hacerse basándose en datos climáticos reales
(semanales o quincenales), o en datos climáticos medios de varios años, sin que
en este caso se cometa un grave error para la programación de riego en olivar,
ya que la variabilidad interanual de ETc es relativamente pequeña, y el suelo,
al tener una gran capacidad de retención, constituye un colchón de seguridad
capaz de absorber pequeñas diferencias de cálculo.
Sin embargo, en el caso de la lluvia efectiva (Pe) no pueden emplearse cifras
medias para la programación anual del riego, ya que la variabilidad interanual
es muy grande. Para la estimación de la fracción de la precipitación lo
correcto es medir la variación del contenido de agua en el suelo antes y
después de dicha lluvia, lo que solo es posible en parcelas experimentales.
El método FAO propone la estimación de la evapotranspiración del cultivo (ETc)
empleando la expresión:
ETc = Eto · kc
en donde ETo, denominada evapotranspiración de referencia, es la
evapotranspiración de una pradera de gramíneas con una altura entre 8 y 10 cm
que crece sin limitaciones de agua y fertilizantes en el suelo y sin incidencia
de plagas o enfermedades, pero que puede estimarse en base a datos climáticos.
Con la fórmula de Hargreaves puede estimarse ETo con bastante precisión:
ETo = 0,0023 · Ra · (Tm + 17,8) · (Tmax
- Tmin)1/2
Donde Ra es la radiación expresada en mm/día. Tmax y Tmin son
respectivamente la temperatura máxima y mínima mensual del aire, y Tm la
temperatura media de ambas.
El coeficiente kc es el denominado coeficiente de cultivo, que debe ser
determinado experimentalmente, y que en olivo puede tomar valores comprendidos
entre 0,55 y 0,65 según los diferentes meses del año, empleándose la cifra
menor en verano siempre que se riegue por goteo y se desprecien las lluvias
producidas en esta época.
El valor máximo de kc correspondería a los meses de primavera y otoño, en el
que la superficie del suelo suele estar húmeda una buena parte del tiempo. En
el caso del olivo, el kc no sólo depende del área foliar de la plantación, sino
que también de las condiciones climáticas, ya que el árbol cierra estomas
cuando la humedad relativa del aire es baja, independientemente, del contenido
de agua del suelo.
En el cuadro siguiente se recogen los valores del coeficiente de cultivo kc
para el cultivo del olivo en las regiones productoras más importantes del
mundo. En el podemos observar que el valor medio de kc es de 0,6, aunque este
valor varía ligeramente en función de la época del año, como hemos comentado
anteriormente.
Tabla 2. Valores del coeficiente de cultivo kc para el olivo
(ORGAZ, F. & FERERES, E., 1999)
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Localidad
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Kc
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Córdoba
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0,45-0,65
|
Creta (Grecia)
|
0,6-0,75
|
California
|
0,55-0,65
|
California
|
0,75
|
Las estimaciones de ETc mediante la metodología descrita anteriormente,
pueden ser válidas para olivares de gran desarrollo y con cobertura del suelo por
la copa del árbol superior al 50%, situación que no se presenta en la mayoría
de las plantaciones. Para coberturas inferiores la estimación de ETc habría que
hacerla mediante la expresión:
ETc = ETo · kc · kr
Al no disponerse de información para el caso del olivar, el coeficiente
reductor kr podría estimarse de forma aproximada en base al porcentaje de superficie
del suelo cubierta por la copa de los olivos (Sc):
Así este coeficiente de sombreo kr toma valores comprendidos entre poco más
de 0 para un olivar recién plantado, hasta 1 para un olivar adulto e intensivo
en condiciones de riego. Como kr no puede superar el valor de la unidad, la
expresión anterior solo es aplicable para valores de Sc inferiores al 50 %.
El porcentaje de suelo cubierto se calcula en función del diámetro medio
de la copa de los olivos de la plantación a regar y de la
densidad de plantación.
3. PROGRAMACIÓN DE RIEGOS.
En el apartado anterior se ha indicado como determinar las necesidades
hídricas de un cultivo de olivo, a continuación se exponen las técnicas de
programación de riegos que nos permiten calcular cuándo regar y qué dosis
aplicar para evitar un déficit hídrico y, por lo tanto, una reducción de la
producción.
Uno de los métodos más extendidos para la programación de riegos es el balance
de agua, mediante el que determinamos las variaciones del contenido de agua del
suelo mediante la siguiente expresión:
ETC = PE + Hb –
(He + Hp + ASt – ASt-1)
Donde AS es el contenido de agua del suelo (mm) al inicio (t-1) y al final
(t) del período de tiempo considerado. Hb, PE y Etc son, respectivamente, las
cantidades de riego neto, precipitación efectiva y evapotranspiración máxima de
cultivo durante ese período.
En la metodología anteriormente descrita no está prevista la utilización de la
reserva (agua almacenada en el suelo durante el periodo lluvioso,
otoño-invierno). Sin embargo, en cultivos como el olivar y en las condiciones
de Andalucía (pluviometría 500 mm y suelos profundos y con una gran capacidad
de retención), esta reserva puede cubrir el 50-60 % de las necesidades totales
máximas, por lo que su utilización es muy recomendable en programación de
riegos en especial en regiones con limitados recursos de agua o cuando éstos
tienen un coste muy elevado.
Puede estimarse la reserva determinando el contenido de agua del suelo
explorado por las raíces a fecha 31 de marzo (método gravimétrico, sonda de
neutrones, etc.), época en la que es normal que ya se haya producido el 70% de
la pluviometría total anual, planteándonos no agotar el perfil durante el
período de riegos (primavera y verano) por debajo de un determinado nivel
umbral, denominado nivel de agotamiento permisible (NAP), que podría definirse
como el contenido de agua del suelo por debajo del cual es previsible que el
cultivo empiece a reducir su tasa de transpiración y por tanto su crecimiento y
producción.
El agua disponible (AD) para el cultivo se obtiene por diferencia entre la
humedad a capacidad de campo (CC) y la humedad a marchitez permanente (PMP)
mediante la expresión:
AD = Zr x (CC –
PMP)
Donde AD se expresa en mm, CC y PMP en humedad volumétrica (cm3/cm3) y Zr
es la profundidad del sistema radicular en mm, que suele considerarse de 1
metro.
Una vez determinada el agua disponible en el suelo, es posible calcular el NAP,
como una fracción de la misma. En olivar puede deducirse que puede agotarse
hasta un 75 % del agua disponible en el suelo sin que su producción se vea
afectada.
El NAP no tiene un valor único, sino que para cada cultivo toma valores
distintos, dependiendo del método de riego y de la demanda evaporativa de la
atmósfera. Para el caso del olivo el NAP podría estimarse aplicando la expresión:
NAP = 0,75 x (CC
- PMP) x Zr
Este agua podría consumirse como complemento al riego a lo largo de la
estación, siendo recomendable programar su consumo en la época de máxima
demanda (verano), de modo que los caudales manejados por hectárea sean mínimos,
lo que permitirá que con el caudal disponible podamos regar una máxima
superficie, así como abaratar las instalaciones de riego.
Por último, para determinar el riego por árbol considerar el marco de
plantación según:
R (l/olivo/día) = R (mm/día) ·
Superficie (m2/olivo)
4. FACTORES QUE INFLUYEN EN LAS
NECESIDADES DE AGUA DE RIEGO DEL OLIVAR.
Las necesidades potenciales de agua
del cultivo (demanda evaporativa), dependen de la climatología y tipo de suelo
de la zona, así como de la reserva de agua disponible a la salida del invierno.
Estos parámetros son fijos a la hora de programar el riego. Sin embargo, para
dichas características edafoclimáticas, el tipo de olivar (marco de plantación
y tamaño de los árboles) influye sobre las necesidades totales, así como la
producción media del olivar.
Al aumentar la densidad de plantación, para un determinado volumen de copa por
hectárea, aumenta la superficie de suelo cubierta por la copa de los árboles
(Kr), y por lo tanto aumentan las necesidades de agua del cultivo. También
aumentará la capacidad productiva de la plantación.
Así, mientras que en olivares de más de 200 árboles/ha bien regados y poco
podados, el kr estaría en torno a 1, en olivares tradicionales (60-80
árboles/ha) en condiciones de secano, el kr puede ser inferior a 0,5. Las
localidades con clima más cálido poseen un ETo mayor, y las necesidades de agua
son sensiblemente superiores a las de las zonas más frías.
5. LA PODA Y LAS NECESIDADES DE AGUA DEL
OLIVAR.
La poda permite regular el tamaño de los olivos, así como la cantidad de
hojas o frondosidad de los árboles (índice de área foliar). Podas severas que
reduzcan el volumen de la copa o su índice de área foliar permiten reducir las
necesidades de agua del olivo al reducir el valor de Kr. Los ahorros de agua
pueden ser importantes, del orden del 40%, al reducir el volumen de copa del olivar
desde 10.000 a 8.000 m3/ha.
Pero esta reducción trae consigo una reducción de la producción del olivar.
Este aspecto es muy importante ya que cuando se presentan años de sequía, los
olivareros realizan tradicionalmente podas severas que de una forma muy
drástica reducen el tamaño de los árboles, por lo que cuando se presentan años
lluviosos o se dispone de agua suficiente para el riego, no se tiene los
árboles con el tamaño que permite obtener el máximo potencial de producción, y
son las grandes cosechas las que elevan el nivel medio productivo de las
plantaciones.
Se aconseja realizar una poda con mayor aclareo de ramas finas que reduzca el
área foliar, antes que reducir el esqueleto de la plantación (volumen de copa),
pues aumentar la frondosidad del árbol es más rápido que aumentar el tamaño de
los árboles.
FDO: ÁLVARO PEREA GARCÍA